El lobizón (por el nombre portugués: lobis-homen), Luisito, Juicho o es el séptimo y último hijo varón de Taú y Keraná y uno de los monstruos legendarios de la mitología guaraní.
Se cree que la historia vino con la colonización europea, como una degeneración del relato folklórico europeo del hombre lobo, pero hay evidencia que demuestra que los aborígenes autóctonos ya contaban historias de los hombres-bestias; en los que se encontraba el hombre-tigre, hombre-puma, etc., siendo estas las bestias más temidas por la zona. Otra posibilidad es que una leyenda nativa original se haya mezclado con el mito europeo del Hombre lobo.
Se cree que la historia vino con la colonización europea, como una degeneración del relato folklórico europeo del hombre lobo, pero hay evidencia que demuestra que los aborígenes autóctonos ya contaban historias de los hombres-bestias; en los que se encontraba el hombre-tigre, hombre-puma, etc., siendo estas las bestias más temidas por la zona. Otra posibilidad es que una leyenda nativa original se haya mezclado con el mito europeo del Hombre lobo.
El lobizón (también conocido en otras regiones sudamericanas como lobisón, lubisonte y luisón), es un equivalente al sinónimo sudamericano del hombre lobo europeo.
La leyenda dice que el lobizón es el séptimo y último hijo de Tau y Kerana, en quien sobrecayo la mayor maldición que pesaba sobre sus progenitores (esto último, según la Mitología Guaraní), que en las noches de luna llena de los Viernes; y/o Martes se transforma en un "animal" que mezcla las características de un perro muy grande y un hombre.
La leyenda dice que el lobizón es el séptimo y último hijo de Tau y Kerana, en quien sobrecayo la mayor maldición que pesaba sobre sus progenitores (esto último, según la Mitología Guaraní), que en las noches de luna llena de los Viernes; y/o Martes se transforma en un "animal" que mezcla las características de un perro muy grande y un hombre.
Para la transformación, el maldecido, comienza sintiéndose un poco mal; por ejemplo comienza sintiendo dolores y malestares, luego, presintiendo lo que va a venir, busca la soledad de un lugar apartado, como la partes frondosas del monte. El hombre-lobisón se levanta con la forma de un perro inmenso, de color oscuro que va del negro al marrón bayo (dependiendo del color de piel del hombre portador de "la maldición"), ojos rojos refulgentes como dos brasas encendidas, patas muy grandes que son una mezcla de manos humanas y patas de perro, aunque otras veces, también tienen forma de pezuñas. Se levanta para vagar hasta que caiga el día. Cuando los perros notan su presencia le siguen aullando y ladrando, pero sin atacarlo, por donde vaya. Se alimenta de cadáveres desenterrados de tumbas y de vez en cuando come algún bebé recién nacido.
El lobizón es reconocido porque:
• Son hombres flacos y enfermizos, que desde niños, fueron personas solitarias y poco sociables
• Cae siempre en cama enfermo del estómago los días después de su transformación.
• El hechizado vuelve a su forma de hombre al estar en presencia de su misma sangre, así, al ser cortado, recuperará su verdadera forma. Pero se vuelve enemigo a muerte de quien descubre su sagrado secreto y no se detendrá hasta verlo muerto.
Para matar a un lobizón se tiene que hacer con un arma blanca o con una bala bendecida.
• Cae siempre en cama enfermo del estómago los días después de su transformación.
• El hechizado vuelve a su forma de hombre al estar en presencia de su misma sangre, así, al ser cortado, recuperará su verdadera forma. Pero se vuelve enemigo a muerte de quien descubre su sagrado secreto y no se detendrá hasta verlo muerto.
Para matar a un lobizón se tiene que hacer con un arma blanca o con una bala bendecida.